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EDUCAR EN LIBERTAD - ¿Qué Estimula el Sentimiento de Libertad?

Cuando unos padres se plantean la educación de sus hijos, el tema de la libertad suele ser un punto crucial e inquietante. Asunto especialmente importante entre los valores de los practicantes del homeschooling.

No queremos actuar ni imponer autoritariamente pues lo identificamos con la tiranía desde un sentimiento negativo. Tampoco queremos ofrecer el libertinaje pues comprobamos rápidamente que entonces los que se vuelven tiranos son los niños…

Y en esa cuerda de tira y afloja nos vadeamos una y otra vez. Tira y afloja que a veces se vuelve una auténtica lucha de poder cuando los niños son adolescentes.

Pero todo esto puede ser evitado con una educación especialmente atenta, con un enfoque espiritual, de la consciencia.

Reflexionemos sobre ello, sobre el cómo lograrlo, sobre cómo diferenciar prácticamente (con nuestros actos) entre libertad, libertinaje y tiranía.

Reflexionemos sobre un estilo educativo que evite la rebeldía usual entre los jóvenes y entrenémosle durante la infancia de los niños.

En la vida siempre nos vamos a encontrar con numerosos límites impuestos. Vamos al trabajo y no podemos hacer lo que queramos, sino lo que el jefe nos estipule.

Vamos a la compra o al banco y queramos o no, si queremos hacer uso de estos servicios, hemos de respetar unas reglas: No podemos colarnos, no podemos abrir los envases y probar su contenido, hemos de pagar una cantidad de dinero concreto y de un modo específico, etc. Por todos lados estamos limitados: No podemos construir donde queramos y como queramos, hemos de respetar a nuestras parejas, vecinos y demás, sus gustos, “espacios” y necesidades, etc. Límites, límites y más límites.

Y ahora viene la pregunta crucial: ¿Cómo nos sentimos ante un límite? Y desde el punto de vista educativo que es desde el que trata este artículo, ¿Cómo se sienten nuestros hijos ante un límite, ante un “no” o un “hasta aquí, no más”? ¿Mantienen la armonía interior o se enfadan, irritan, molestan?

Y esta pregunta es esencial, crucial, para una educación en libertad pues su respuesta nos indicará el nivel de entrenamiento, de autocontrol del ego, que tienen nuestros hijos. Su calidad espiritual. Esta respuesta nos hablará del futuro, del grado de rebeldía adolescente al que van encaminados y de su tolerancia y capacidad de mantener la armonía y la alegría interior ya de adultos.

Por todo ello resulta muy importante entrenar nuestra actitud y la de nuestros hijos ante los límites. Y el primer paso para ello viene de por nuestra parte como educadores que somos.

Cuando como padres cedemos ante un límite impuesto (un horario, no ingesta o compra de algo, selección de películas o filtro de ropa a comprar o poner el hijo/a, etc.), ¿Cedemos ante estos límites que les hemos impuesto por sentir, pensar que en ese momento les beneficia a los niños o por comodidad y mantener el silencio o nuestra paz y armonía interior?

Es muy sabido y está muy demostrado que mantener unos límites fijos y claros estimula una mayor armonía, respeto y aceptación.

Un ejemplo: Cuando uno acoge o es acogido por un Maestro espiritual (Jesucristo, Buda, Krishna, uno viviente y actual, etc.), éste nos pone una cantidad de límites mayor a la que teníamos hasta el momento pero en cambio, si seguimos sus enseñanzas, nos llega y se mantiene un sentimiento de mayor libertad. Es decir: Antes de acoger al Maestro en nuestros corazones, nos sentimos libres de robar, insultar, repudiar, ser infieles, mentir, comer o beber cualquier cosa, hacer lo que queramos con nuestro tiempo libre, etc. Pero al acoger al Maestro espiritual, éste nos impone unas leyes espirituales, unas normas éticas, unos mandamientos, unas disciplinas concretas, limitándonos nuestro campo de acción ¿Cómo es posible pues que entonces nos sintamos más libres que antes cuando en teoría lo somos menos?

Para responder a esta pregunta hemos de comprender el funcionamiento de la mente y del ego:

¿Qué ocurre cuando hacemos lo que queremos, cuando damos satisfacción a nuestra mente, cuando damos comida al ego? Que éste quiere más y más.

Si satisfacemos a nuestros hijos en sus deseos, en los caprichos que su mente dicte, ésta siempre querrá más y más, no parará y en pocos años habremos forjado a un monstruo que precisamente no tendrá ni ofrecerá una sensación de libertad sino todo lo contrario.

El sentimiento de placer tras la satisfacción de un deseo es como una droga, hace que siempre queramos más y más, llevándonos a la esclavitud. Absolutamente todo nos puede llevar a la esclavitud y no a la libertad si no lo usamos del modo apropiado. Y en ese saco también meto a la religión, el amor, un bebé, etc. Todas las mejores cosas, las cosas más deseadas que puedan llegar a nuestra vida nos pueden llevar a la esclavitud si no son usadas correctamente. Con ilusión y alegría, con placer, acogemos un trabajo, una relación de pareja, la decisión de tener un hijo, la compra de una casa… y luego ese placer se vuelve sufrimiento, dolor, agobio, esclavitud…

Atendemos a nuestros hijos satisfaciendo la mayor cantidad de sus deseos posibles y al hacerlo creemos, sentimos, que estamos dándoles amor pero en realidad lo que estamos ofreciéndoles es una droga que poco a poco irá envenenando al niño.

Y es que una cosa es inevitable: Cuando podemos hacer todo, de todo, acabamos aburriéndonos, nos falta la chispa de la vida. Por ello resulta necesario tener límites para poder sentir esa chispa.

Conclusión: ¿Cómo podemos evitar la rebeldía en los jóvenes y fomentar en estos un mayor sentimiento de libertad? Pues por muy paradójico que parezca, marcando unos límites muy claros y fijos así como entrenando al niño desde lo más tempranamente posible en la aceptación de ellos, en una respuesta interna armoniosa y respetuosa ante un límite.

¿Y cómo podemos colaborar para que su actitud de respuesta sea más rápidamente así? Entrenándonos con la comunicación hasta que capten el mensaje de que todo límite, toda decisión impuesta la haces, la hacéis, por el bien de todos, por el bien de la armonía comunal o familiar, por beneficio para nuestros hijos, no para nuestro propio beneficio ni para nuestra comodidad ni liberación o alivio de nuestros miedos.

Es una tarea ardua y difícil, sí, pero vital si queremos que crezcan sanos mental y emocionalmente con un sentimiento grandioso de libertad.

Por suerte, disponemos de muchos años para entrenarlo. Para intentarlo una, otra y otra vez. Este entrenamiento es la verdadera espiritualidad. Una espiritualidad práctica que a nosotros también nos ayudará a crecer.

Ánimo y adelante ¡A por todas!

Artículo que escribí para el blog de la Asociación para la Libre Educación (ALE) y fué publicado el 1 de Julio 2011

Para ver el artículo original y sus posteriores comentarios, pincha aquí: http://aleenred.blogspot.com/2011/07/educar-en-libertad-que-estimula-el....

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