Muchas son las bases de una vida sana y saludable. La primera de ellas es la conexión interna con uno mismo, luego tener una mente tranquila, unas emociones estables y armoniosas, una vida sencilla y unos hábitos alimenticios apropiados.
La enfermedad se manifiesta de muchos modos pero en ella siempre coincide un exceso de toxinas y una carencia de agua y enzimas en el organismo.
Las enzimas son vitales para poder descomponer las grasas, proteínas y carbohidratos de tal modo que puedan atravesar las paredes intestinales y llegar a la sangre para nutrir a las células del organismo y hacer que puedan limpiarse y reconstruirse. Vivimos en una sociedad de consumo donde, a pesar de ingerir mucho, casi todos mostramos síntomas de desnutrición. Entre otras cosas, por esa carencia de enzimas manifestándose en alergias, dolores de cabeza, depresiones, cáncer, calambres musculares, problemas de vista, estreñimiento, sobrepeso al no poder digerir las grasas, pérdida de memoria, reducción del tamaño del cerebro, problemas de pulmones, corazón, hígado, riñones y páncreas al agrandarlos, daños glandulares como con la tiroides, debilitación del sistema inmunológico, adicción a drogas y alcohol, etc.
Los germinados y los alimentos fermentados como el chucrut poseen enzimas activas que ayudan a la autodigestión de sus nutrientes pues estos alimentos son digeridos por sus propias enzimas, facilitando la digestión en nuestro cuerpo al requerir de menos enzimas propias.
Ingiriendo alimentos crudos con enzimas vivas (que no han pasado los 40 ºC de cocción en donde ya se destruyen todas las enzimas del alimento) no sólo no restamos enzimas de nuestro organismo por la no carencia de lo ingerido sino que además, poco a poco vamos desintoxicando el cuerpo y recuperando la salud ya perdida.
Los frutos oleaginosos (nueces, avellanas, almendras...) y las semillas (pipas de girasol y de calabaza, lino, sésamo, avena, trigo, guisantes...) son ricas en enzimas pero éstas poseen unos inhibidores enzimáticos para defenderlas de los depredadores dificultando su digestión. Por ello, si ponemos anteriormente un rato en remojo dichos alimentos, el proceso de germinación comienza y con él, los inhibidores son neutralizados liberando las enzimas propias. Toda almendra ingerida sin remojar anteriormente es indigesta mientras que si ha estado unas horas o incluso unos minutos en remojo con anterioridad, se vuelve un alimento muy sano, nutritivo y rejuvenecedor. Lo mismo con el resto de las semillas y frutos oleaginosos.
Con los cereales, los problemas respecto a las enzimas en el ganado apenas existían en la antigüedad pues el proceso de recolecta en el campo permitía el comienzo del primer estadio de germinación al mantenerse a la intemperie en haces las gramíneas en el período de la cosecha y trillado, no como ahora con los nuevos sistemas de recolección en los que se da a ingerir al ganado semillas no germinadas además de enfermas por los pesticidas empleados.
Por ello tanto los animales como nosotros nos beneficiaríamos mucho si diésemos posibilidad de germinación a toda semilla antes de ingerirla. Os estimulo a comer las semillas y oleaginosas germinadas y probar por vosotros mismos los beneficios que conlleva. En pocos días se manifestará la diferencia.