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nuria
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No juzgues, comprende

Tema del post: ¿No estás hart@ de escuchar tanta crítica por todos lados? ¿De sentir a la sociedad dividida, con agresividad, rencor y recelos? ¿Y de no sentir amor, paz interior y plenitud continua? ¿Quieres cambiar eso?¿Quieres trabajar en ti mism@ de verdad y terminar con tanta crítica mental y verbal? En este episodio hablo sobre la crítica y propongo una actitud y un ejercicio práctico a realizar para salir de tanto atolladero.

¡PORQUE VIVIMOS PARA AMAR!

Este vídeo corresponde al episodio nº 275 del programa Amor y Vida TV. Más información sobre el programa Amor y Vida TV pinchando aquí

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¡Hola amigas y amigos! Hoy te voy a hablar sobre una actitud que veo mucho y me hace reflexionar. Una actitud que cierra mucho los corazones y estanca el desarrollo personal y el crecimiento espiritual

 

Y es la del juicio o crítica.

 

Pero también te voy a contar cuál creo que es la actitud y el pensamiento “sano” en esas situaciones. ¡Empecemos!

 

Cuando no se entiende algo, se juzga y se critica, en vez de intentar lograr el comprender  ese algo. Es decir, en vez de usarlo como una herramienta para ser más sabios, más sabias, lo empleamos como una herramienta para herir y herirnos.

 

Y actuamos así con todo: Criticamos destructiva o negativamente aspectos culturales que no entendemos, actos, sentimientos o palabras de otras personas, filosofías e ideas, el arte y la creatividad, la religión de otros u otras, la historia...

 

Críticas, críticas y más críticas.

 

Tal vez prefieras escucharme decirte todo lo que te cuento en este post en el siguiente vídeo. Si es que no, sigue leyendo después de él.

 

 

 

Pero las críticas sólo llevan a las personas a un lugar: al cerrazón del corazón, a la tristeza, a la separación, a los conflictos, guerras y disputas...

 

Tal vez uno o una se puede sentir bien al hacerlas. Hay como una especie de subidón de energía. Te sientes más fuerte, poderoso o poderosa, seguro, segura... 

 

Pero esto es sólo una ilusión pasajera. Si te observas a ti mismo, a ti misma, con entrega y sinceridad, verás que cada vez que criticas algo, tu armonía interior disminuye. Verás que algo se altera y se rompe dentro.

 

Y de hecho, si tras hacerlo, miras abiertamente a la persona criticada, verás que tras criticarla, te apetece menos compartir con él o con ella que antes de haberla criticado. Tu sentimiento, tu apertura hacia esa persona es mucho menor.  Y menos aún abrir tu corazón y mostrar su interior.

 

La confianza hacia esa persona ha disminuido. Hay más separación y menos unión.

 

Pero si lo que buscas en tu vida es crecer en sabiduría y amor, ser consciente y vivir como el alma que eres, no como cuerpo o mente, si lo que buscas es desarrollarte como ser espiritual y amoroso, amorosa, ¿crees que actuando así, criticando algo o a alguien, de verdad te acerca a tu meta?

 

¿Cómo crees que en la historia han actuado los hombres y mujeres santos y santas para lograrlo? ¿Las personas realizadas? ¿Haciendo uso de la crítica o haciendo uso del entendimiento?

 

Desde el entendimiento, ¿verdad?

 

Así que, si de verdad tu meta es alcanzar la unión y vivir en ella, en la unidad, el amor, la armonía y la paz interior, no te queda más remedio que aprovechar la historia y seguir los pasos de los que ya lo han logrado, por muy desagradable o difícil que te pueda parecer cambiar tus malos hábitos mentales y emocionales.

 

No te permitas caer en la pereza y la comodidad. Esfuérzate con tesón una y otra vez, hasta que lo logres por completo.

 

A partir de ahora, en vez de criticar esfuérzate por comprender y entender, por crecer en sabiduría, tolerancia y amor.

 

Y al decir esto no me refiero a que te digas la típica y cómoda frase de “Sus razones tendrá para ello”. O de... “Hace lo mejor que puede acorde a sus conocimientos y capacidad”; “Claro, es que la pobre o el pobre ha vivido esto o esto otro en su vida y por ello ahora...” O cualquier otra justificación de ese tipo.

 

Me refiero a que te metas en la piel del otro u otra. A que te identifiques en ella, te sientas esa otra persona. Te veas en ella. A que te encuentres en ella. Porque de seguro no eres muy diferente de ella.

 

¿Te animas a vivir este reto una y otra vez?

 

Todo el mundo actúa del modo mejor posible acorde a sus prioridades y valores. Que son nacidos de su entorno y experiencias personales. No son inventados o surgidos tontamente de la nada.

 

Y lo mismo con toda cultura, religión, vertiente política...

 

Dios o la Vida, ha creado diversidad no para que compitamos entre nosotros o veamos quién es más poderoso o más poderosa, o tiene la razón. Sino para que nos enriquezcamos entre todos.

 

Para que sumemos conocimientos, no para que neguemos unos y sumemos otros. Sino para que sumemos todo conocimiento.

 

Para que sumando conocimientos, podamos llegar fácil y rápidamente a la unidad. A la unidad en la diversidad. ¡Así se llega a la meta de la vida!

 

¿Y crees que el modo de lograr esa suma de conocimientos, esa unidad en la diversidad, se logra criticando despectivamente o rechazando otros valores o principios distintos a los tuyos?

 

Pues no. Ese es exactamente el camino contrario. Que también te lleva a la meta de la vida, pero tras recorrer un larguísimo y torturosísimo laberinto.

 

Yo al menos prefiero ir por un camino más corto y agradable de recorrer. Uno que no conlleve tanto sufrimiento y lucha de poder. Aunque implique un mayor esfuerzo de mi parte en las primeras etapas de él.

 

Por ello, mi propuesta en el programa Amor y Vida TV de hoy es un simple ejercicio mental de entrenamiento diario. Un ejercicio a aplicar mentalmente en todos los ámbitos de nuestra vida.

 

Y éste consiste en que cada vez que nos encontremos con algo desagradable de otra persona, cultura, religión, filosofía política, no la critiquemos ni mentalmente, ni de palabra. Que en vez de eso, cerremos nuestra boca física y nuestra boca mental y la abramos sólo para preguntar.

 

Pero no para preguntar por cosas cuya respuesta creemos que conocemos. O por ver qué responden en eso que creemos es equivocado. O cómo lo justifica. Sino que preguntemos para entenderlo. Para entender esa otra filosofía, prioridades o valores de la vida.

 

Y a su vez, dejémonos convencer. Porque el dejarte convencer, implica que estás abierto o abierta a conocer. Esto no implica que luego tengas que cambiar tu vida o que te la vayan a cambiar. Lo que implica, es que añadirás sabiduría y entendimiento a ella.

 

Y que de forma práctica añadirás o complementarás matices a aquello que ya haces. Osea que en cierto modo, sí cambiará algo en ti.

 

Es el precio de crecer en AMOR y tolerancia. AMOR con mayúsculas. El precio de la consciencia.

 

Pero recuerda siempre que la vida es cambio. Y el que no cambia, se momifica y muere.

 

Internamente lo más probable es que seguirás teniendo los mismos gustos. Pero externamente no vivirás 100% acorde a ellos, sino a lo que consideras más sabio y beneficioso para los demás y para ti mismo, para ti misma. Para el Universo y la creación entera.

 

Y esto lo habrás conseguido tras estar abierto y escuchar y entender a los demás, en vez de juzgarlos, criticarlos y negarlos.

 

Pregunta. Pregúntate una y otra vez, una y otra cosa.

 

Entiende, acepta y acoge el por qué la otra persona considera beneficioso, valioso o prioritario ese concepto, filosofía o acción de la que tú reniegas. Y dale valor.

 

Al igual que espero sigas dándoselo al programa Amor y Vida TV.  Porque juntos crecemos en consciencia y alegría y vivimos para amar.

 

Nos vemos dentro de unos días. Chao...

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