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nuria
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Sobre el llamarnos familia

Resulta muy común escuchar en el tiempo moderno, a la gente alternativa o con tendencia “new age”, las palabras “familia”, “hermano”, “hermana”… como si de una moda se tratase. Y para mí, esto es una muestra de mezcolanza de planos espirituales que la mayoría de las veces pone de manifiesto la falta de entendimiento de la persona que lo aplica. Con el extra casi siempre, de un uso manipulador, con fines puramente egoístas y personales, de palabras o conceptos espirituales o mencionados por grandes místicos y Maestros.

Sí, sé que para muchos esto puede sonar como una afirmación muy fuerte y contundente pero tengo mucha base para decirlo y creo que es un buen tema sobre el que reflexionar.

¿Quién no ha llamado alguna vez hermano o hermana a un amigo o amiga o a alguien que trabaja o vive con él (o ella) o cerca de él? Y, cuando no se dice por inercia o moda, se dice con la intención de “aproximarse” más a esa persona o, con el deseo de que esa persona se “aproxime” más a nosotros.

Y no está ni bien ni mal el hablar de ese modo. No lo estoy juzgando ni estoy comentando desde ahí. Tan sólo estoy exponiendo una reflexión. Aunque sí muestro claramente mi no gusto por esta moda del lenguaje, lo que me lleva a no usarla y a que no me agrade que otros la usen conmigo a no ser que se haga con plena consciencia de ello y con pureza.

A ver, en una familia “sana”, ¿Tienen relaciones sexuales los hermanos entre sí? ¿Y los padres y los abuelos con los hijos o con los nietos? ¿O tíos con sobrinas y demás? De hecho, si se tuviesen y naciese un hijo de la relación, hay un porcentaje muy elevado de daños genéticos. Porcentaje que aumenta proporcionalmente en relación al grado de proximidad de parentesco y a los grados de generaciones. Una muestra muy clara de ello son diversos episodios del pasado de la monarquía española, entre otras. La misma naturaleza humana lleva al aborto y al rechazo tal actitud. No lleva a la evolución. Y como dice una de las siete leyes herméticas (de Hermes Trimegisto): “Como es arriba, es abajo”, refiriéndose a la similitud del ámbito físico y del ámbito espiritual, resultando parejas ciertas leyes, órdenes o formas de funcionar de ambos ámbitos.

Entonces, teniendo por ejemplo en cuenta tan sólo lo expuesto en este último párrafo, ¿Por qué llamamos hermano o hermana a alguien a quien deseamos sexualmente, a alguien a quien deseamos besar, a alguien con quien nos acostamos sexualmente o nos hemos acostado sexualmente anteriormente? ¿Decimos que es nuestra familia porque queremos que sea nuestra pareja y entonces sí sería nuestra “familia” según el diccionario convencional? ¿Lo decimos porque somos una de esas “familias” enfermas a las que las propias leyes naturales nos llevan al aborto y la deformación congénita o por qué lo decimos?

“Porque somos hermanos en Cristo o en Buda, Alá, Dios, un Maestro espiritual concreto, etc.” sería la respuesta más acertada si poseemos inteligencia, vanidad espiritual y queremos dar la imagen de ser gente amorosa, consciente y espiritual. Pero como decía mi madre: “Aunque la mona se vista de seda, mona se queda” o dicho de otro modo “Siempre se acaba viendo el plumero” Y, si es verdad que tu atención está sólo en que somos hermanos en Cristo o en el nombre que quieras mencionar, ¿Por qué quieres algo más que una mera relación de hermanos con esa persona? Hermanos en Dios somos todos ¿Por qué no llamas entonces hermano o hermana a todo el mundo? ¿Por qué no quieres entonces abrazar a todo el mundo como hermanos tuyos que son en Dios? Necesitamos palabras para poder expresarnos en el mundo físico. Por ello usualmente se llama “familia” a las personas emparentadas entre sí, a nadie más. A no ser que estés en una congregación religiosa con pureza y salud y veas a los demás de la congregación sólo como hermanos y/o hermanas (Y para que fuese así, jamás debería albergar en ti deseo sexual o sensual alguno hacia esas otras persona) Las demás veces, la palabra “familia” se emplea como metáfora de unión, como por ejemplo, al hablar de un partido político (familia socialista, familia demócrata, familia comunista, etc)

Pero a mi parecer, si usamos la palabra “familia” o “hermano” o “hermana” tan a la ligera como se tiende a usar actualmente en ciertos sectores, “profanamos”(o “sacralizamos”, según se mire) dicha palabra y perdemos la pureza que hay tras de ella.

Mencionar la palabra “familia”, “hermano”, “hermana”… sin ser tener parentesco es algo que me gusta escuchar. Pero tan sólo cuando lo dice alguien que lo siente siempre con el corazón y la mente puros, sin deseos ni juegos sensuales ni sexuales. Y para que una persona no tenga esos deseos, tiene que estar muy llena de sí misma. O sea, de Dios. A mi parecer, cualquier otra persona que use la palabra “familia” la está empleando como juego manipulativo de una imagen espiritual que de espiritual tiene muy poca, produciendo exactamente el efecto contrario al que desea y mostrando, con esa actitud, su falta de conocimiento y reconocimiento de sí mismo y de sus carencias y necesidades sensuales y/o sexuales, como hombre o mujer y de muchos otros tipos más.

Y esta incultura o inconsciencia tan grande de uno mismo y de la sexualidad que considero existe en nuestra sociedad, tanto de los planos más burdos y físicos como de los más sutiles, puros y espirituales, es lo que lleva también a muchos Maestros espirituales de todas las épocas, a recomendar e incluso pedir a sus discípulos, que eviten el contacto físico con cualquier persona que no sea familia de parentesco.

Yo desde aquí, quiero invitaros a cada uno de vosotros a observaros respecto a este tema. A que lo diseccionéis como si de un reloj se tratase. E incluso a que probéis a vivir sin contacto físico más allá de vuestra familia de parentesco y vuestra pareja, observándoos en vuestros sentimientos, pensamientos y carencias o plenitudes. Y mejor aún, a que invitéis a la gente a que no tenga contacto físico con vosotros.

Sé que la moda es exactamente lo contrario, el abrazo, caricia, bailes y “juegos” de la mano, sobre todo si quieres dar una imagen amorosa. Pero este experimento que os invito a realizar, no es para que deis una imagen amorosa (a ojos de unos, porque a ojos de otros la imagen es sensual), sino para que aprendáis a Ser (con mayúscula) amorosos, a irradiar ese amor que es la esencia de todo, a “llegar” de verdad a los demás. No se necesita nada externo para expresar el amor. O se Ama o no se Ama (con mayúscula)

Y si digo a alguien o alguien te dice que no quiere que tengas contacto físico con él o ella, sea de la amplitud que sea, se hable de besos, de abrazos, caricias o simplemente de una palmadita en la espalda o de un mínimo toque o roce en el brazo supuestamente para llamarle o llamarte la atención, si alguien me pide esto y no se lo respeto, (o el otr@ no te lo respeta si eres tú quien se lo ha pedido), energéticamente se está violando a la persona que ha solicitado el no contacto físico. Y esa violación siempre trae consecuencias que posiblemente no gusten al agresor, por muy amorosa y “elevada espiritualmente” que esta persona se crea que es. Y si me siento mal por no poder tocar o tener contacto físico con alguien que me ha pedido exprofeso que no quiere o no le gusta que le toque, pareciéndome, para más inri, injusto, es que tengo un problema bastante intenso. Y por ello, lo mejor que puede hacer ese amigo o amiga tuya por ti, es ser 100% estricto en su solicitud.

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