"Hija del Viento"


En el suelo de su austera estancia, Sibila enciende una lámpara de cuatro mechas. Estamos fuera del mundo, aislados en la montaña, rodeados de un invierno inclemente. El frío llama a puro lengùetazo contra su casita de lona. En su constreñido y vital espacio, una luz tenue y un silencio aplastante, se alían para tirar del hilo de su vida, de su testimonio pionero. Apenas recurro a la pregunta.

Se alimenta de una luz que adereza con frutas arrancadas del Aire Y raíces tomadas de la tierra. En las tribus Dakota la habrían bautizado como “la que escucha el viento”, pero me consta que sus afinados oídos horadan también otros misterios. Lo escucha cada noche, cuando sus criaturas duermen y escribe sus cuentos a la luz de una lámpara de aceite. El aire de la montaña le trae la inspiración desde lejanas esferas hasta su refugio a la vera de la Sierra de Gredos. Sus relatos tienen el tamaño del sueño de sus hijos y algunos estiraron sus páginas hasta el amanecer. El ritmo lo marca también el viento: “piano”, “allegro” o “trepidante” según azote con más o menos fuerza las finas paredes de lona.

Tiene dos criaturas que apenas viste, no vacuna y tampoco empuja a la escuela. Además del resoplido de la “tierra”, alcanzó a oír también su palpitar, sus delirios de gozo, sus noches de pena… Todo esto lo va encerrando en los libros que le está editando “Mandala”, relatos y ensayos que van testimoniando su militancia firme de lo austero, lo natural, lo hermoso.

De vez en cuando, pies desnudos y un hijo en cada brazo, baja de la montaña y reúna a la tribu con la excusa de una charla. Un simple paño enrollado guarda su cuerpo moreno de las miradas curiosas. Ante un público ávido, comparte el susurro del viento, el secreto de la vida sencilla y su anhelo de infinito.

Vive desnuda la mitad del año, pero le obsesiona la pureza. Enfiló con los pies descalzos hacia dios por la vía recta sin doctrinarios, ni muletas, ni gurús, ni intermediarios…

No tiene agua, ni luz, pero sus ojos arrojan kilowatios de brillo. Atendió el soplo de un Viento que la privó de todo, pero que a cambio dejó, junto a la puerta de su casa de tela, semillas de eterna felicidad. Desde entonces no para de sembrar. Reúne tribus por todas partes, abre sus manos y esparce semillas puras, no manipuladas, preciados granos de confianza en uno mismo, de fuerza interior, de compromiso absoluto, de entrega incondicional a la Vida…

Se llama Sibila, para más detalles, atrapad y preguntad al viento.

Koldo Aldai Aguirretxe
www.portaldorado.com
www.foroespiritual.org
www.redaroa.org
Enero 2003

 

Artículo completo realizado por Koldo Aldai

El siguiente artículo fue escrito por Koldo Aldai Aguirretxe para el primer número de la revista "Ecohabitar" editada en la primavera del 2004www.ecohabitar.org

Dentro de él se encontraba el recuadro "Hija del Viento" que incluyó en mi libro "Observando a la Vida y Mística en la Vida Diaria"

A continuación, podéis leer el resto del artículo: Nuria Aragón o la pasión por la pureza