"Enseñanza no es lo mismo que intelectualización"

Tanto cuando iba a la escuela como al instituto, a la universidad o a cursos diversos, siempre he repudiado el estudiar memorizando algo y los libros sin libertad de elección o con muy poca elección que me obligaban a leer pero, en cambio, disfrutaba mucho, muchísimo con ir a clase y escuchar los temas a tratar que me interesaban cuando los profesores eran mínimamente interesantes, próximos. Amigables y divertidos. Así como también me agradaba el realizar deberes, especialmente de matemáticas o ciencias que resolvía como un juego o adivinanza intentando descubrir su lógica más que la memoria (La razón principal por lo que me atraían las asignaturas de ciencias puras era, aparte de que se me daban bien, que apenas había que estudiar en ellas, la teoría era lógica, no algo necesario de aprender de carrerilla). Normalmente no me aprendía las fórmulas, sino su razonamiento para descubrirlas. Entonces simplemente las desarrollaba y sacaba después (las que me resultaban más difíciles o excesivamente largas de desarrollar quitándome mucho tiempo en los exámenes, las chuleteaba escribiéndomelas en los brazos, muslos o en algún papel escondido en el cuerpo) También disfrutaba, cuando no eran muchos los que me mandaban, haciendo los trabajos diversos, especialmente de filosofía, ética, arte, ciencias naturales, psicología o biología. Curiosamente eso es parte de lo que hago ahora disfrutándolo enormemente. La realización de este libro es para mí como un trabajo de éstos pero más extenso, un verdadero y placentero hobby. Tengo la inmensa suerte del ambiente intelectual, creativo, inquieto, explorador y de estudio en el que me crié pues éste me potenció el deseo de indagar y aprender más. Recuerdo muchas veces a mi padre estudiando para pruebas o exámenes que le ayudarían a ascender en su carrera laboral. Siempre superándose a sí mismo en este aspecto, buscando sus límites y triunfando en ellos. Otro maravilloso ejemplo fue el de mi madre que estando yo en EGB –educación primaria- y teniendo dos hermanas mayores intercaladas año y medio entre cada una de nosotras, se sacó el graduado escolar y con cuarenta años o por ahí el carné de conducir para más tarde estudiar primeros auxilios, idiomas, historia del arte, masajes, etc., sumado todo esto a cursos y actividades diversas de creatividad y manualidades.

Si quiero ser sincera y justa, he de reconocer que donde realmente aprendí a querer indagar, superarme, investigar... fue en mi casa observando, mamando de mis padres y no en el ambiente frío y dogmático de la escuela. Yéndome más allá todavía, me atrevo a decir que si no llega a ser por la fuerte inquietud y el extremo afán de superación de mis padres, sería un auténtico milagro el mantener despierto, tras la enseñanza dogmática escolar, mi fuerte inquietud por el saber y el crecimiento personal. La escuela castra y allá donde hay una debilidad o brecha en tu personalidad o en la educación de tus padres, se introduce con su cruel espada anulando esa pureza de tu interior.

Tal vez por todas estas cuestiones me gusta muchísimo más estudiar a distancia en casa (aunque ya no comparto ni los exámenes con todo el estrés y la tensión que conllevan, ni la rígida temática o elección de libros de texto) viendo, sintiendo en la actualidad, la asistencia a clase como una pérdida de tiempo y dinero, menos rentable y libre intelectualmente. Si donde más disfrutaba estudiando era en casa con los deberes –en la escuela existe la presión extra de la competitividad, la crítica y la humillación- y a demás veía a mis padres, modelos a seguir, haciéndolo ¿Cómo no asimilar las enseñanzas de la experiencia y seguir disfrutando de adulta también de ello valorando más la educación libre hogareña que la presencial?

Respecto al planteamiento escolarizador de mis hijos, cuando realmente tuve que reflexionar seriamente en él y decidir, pude ver, sentir que el llevarlos a cierta edad a la escuela simplemente por haber cumplido seis años me parecía un tanto frío, así como una ruptura global de profundidad en la relación del día a día, me resultaba bastante “antinatural” y algo en mí proyectaba sentimientos de rechazo hacia ello, pero... ¿Sería capaz de transmitirles todos los conocimientos culturales que les ofrece la escuela en sus diversas materias y edades?.

Normalmente, cuando nos planteamos otra forma de vida, otro rol, éste le vemos desde nuestra actitud actual, desde nuestras inquietudes y necesidades actuales, no sabiendo ponernos exactamente en esa situación con todos los matices y cambios que conlleva, matices que ni tan siquiera se nos ocurren. Por ello, yo me planteaba mi nivel cultural y como no soy ninguna erudita, los miedos y las inseguridades se me disparaban. Me gusta conocer y saber, indagar sobre un abanico muy amplio de temas, pero de ahí a verme como profesora de todas las asignaturas, hay un gran paso. Esta visión de la enseñanza, abría una inmensa puerta a mis miedos.

Actualmente, mi punto de vista ha cambiado inmensamente, ya no soy tan centralista o egocéntrica, como queráis llamarlo. ¿Realmente podía creerme que la educación se iba a basar en una sola persona del mismo modo que solemos dejar actualmente el peso de la educación en un solo punto, la escuela? Ahora veo que no. Mis hijos no aprenden sólo de mí. Principalmente aprenden de sí, de ellos mismos y de la vida. Aprenden solos, no hace falta estar encima (los números, las letras, a escribir, a leer, a hacer cuentas...), basta con esforzarse en no castrarles y dejarles fluir en sus inquietudes y quehaceres. Observando la naturaleza, observando en las compras, observando los cuentos, observando a la gente, aprenden, y aprenden con un corazón mucho más abierto por lo general que el nuestro, sin críticas destructivas basadas en la incomprensión y los miedos ni juicios de valores frutos de una cultura insana.

José Miguel Castro, profesor de la Facultad de Magisterio en la Universidad de Cantabria y padre de una mujer de 25 años desescolarizada, declara en El Semanal del 14-10-2001. “Existe un programa dónde estás obligado a hacer, te guste o no, cosas consideradas por los técnicos del Ministerio o por la sociedad como importantes, pero que no te lo parecen(…) Un alumno brillante no sabe si elegir enfermería o económicas porque ha perdido todos sus intereses en un pretendido aprendizaje enciclopédico. El mensaje de la escuela es: Yo puedo aprender si tú me enseñas. En cambio la consigna que se genera fuera de la escuela es: Yo por mí mismo soy capaz de aprender. Esto desencadena mucha seguridad”.

Los niños también aprenden –y mucho- de las demás personas que ven. Una de las ventajas de no escolarizarlos es que evitas en gran medida el salto generacional. Tus hijos no verán a los adultos como a la única autoridad, a los mayores como modelo a seguir, a los de su edad como colegas cómplices y a los pequeños como inferiores que no saben nada. Normalmente quieren aprender absolutamente de todos y les gusta estar con todos. La autoridad la ven en cualquiera que les dé un razonamiento justo o tajante. Imitan a las personas porque hagan algo que les guste, independientemente de si son mayores o pequeñas. Sus colegas y confidentes los buscan en gente afín, sin tener en cuenta la edad y no suelen ser prepotentes con los más pequeños. Todos tienen algo para poder enseñarles, de todos tienen algo por aprender... Unas personas son más racionales, otras más creativas, otras más instintivas, otras intuitivas, otras emocionales, otras espirituales, etc. Cada persona independientemente de la edad, les va mostrando una faceta de la cultura, de la vida y del sentir diferente que ellos absorben inmediatamente como cuan esponjas que son por otro aspecto más: Aprenden lo que necesitan aprender en el momento que quieren aprenderlo, en el momento en que más receptivos están. No se sienten forzados a aprenderlo porque hay un examen o ahora “toca” esa asignatura, conllevando esto una gran ventaja respecto a la retentiva y la memoria, no siendo aprendido para “salir del paso”. Si tú ofreces a tus hijos una amplia biblioteca (pública o privada) y éstos, además, observan tu inquietud por saber, no dudes en que lo más probable sea que ellos, desde muy temprana edad, disfruten empapándose de conocimiento. El inconveniente: que requiere una gran atención y energía de por nuestra parte. Veo bastante importante el esforzarse por contestar a sus preguntas, sean de la índole que sean. (También en los escolarizados, solo que en casa, al estar más tiempo contigo, te harán más). ¿Cuántas veces me he visto refrenada por mis hijos? Muchas veces Leila y unas cuantas Altair, me han pedido que les lea lo que estoy leyendo en ese momento. Eso hay veces que no es tan sencillo pues supone una descarga energética muy elevada. Yo me esfuerzo por interrumpir mi momento de paz e interiorización y leérselo, sea el tema que sea el que lea, siendo normalmente ensayos de filosofía o poesía mística/espiritual... y lo más increíble: aguantan más de una hora seguida con toda su receptividad puesta al máximo, haciéndome de vez en cuando alguna pregunta sobre alguna palabra o algún concepto incomprensible para ellos. Muchas veces, tras leer un buen rato, vamos a la enciclopedia para leer la bibliografía del autor y después nos entretenemos sobre geografía viendo en el atlas el lugar donde nació (o se desarrolla la historia), sus accidentes geográficos, etc., o sobre historia y etnología de la época en que creció el autor, se elaboró la obra, etc. Otras veces nos limitamos simplemente a leer y os puedo asegurar una cosa: aunque algunas veces me dé pereza interrumpir mi lectura, actividad o trabajo por saciar sus inquietudes, siempre me deja luego, al final, un sabor de boca maravilloso y espléndido, manteniéndose como dulces recuerdos para el resto de mis vidas.

Con la edad, el aspecto cultural los niños lo pueden seguir ampliando no sólo con los libros y gentes, sino también con cursos o talleres. Siempre tienen la opción ahí de ir a conferencias, seminarios, cursos o talleres de todo aquello que les guste y el hecho de que no vallan a la escuela no los convierte en unos inadaptados sino al contrario, tienen más tiempo real para estudiar, indagar, investigar o salir con los amigos. En caso de que el día de mañana pidan ir al colegio, al instituto o a la Universidad, no es ningún impedimento real pues entran directamente en unos casos y, en otros, basta con que hagan su respectivo examen de ingreso, poseyendo a mi parecer dos grandes ventajas: Cuando lo hagan –si lo hacen- será por propia voluntad y plena consciencia, siendo fieles a sí mismos y realizando algo no por inercia, sino por sentimiento e inquietud, y el que para entonces su psique estará mucho más preparada para la disciplina y la presión escolar.

En Ami, Enrique Barrios dice:
-“Gustar es una forma de amar. Sin amor no hay disfrute, sin consciencia, tampoco; el pensamiento quedó en un tercer lugar como posibilidad humana. El primer lugar lo ocupa el amor… Nosotros procuramos amarlo todo, vivir en amor, así disfrutamos más. A ti no te gustó la luna, a mí sí. Yo disfruto más y soy más feliz que tú.
–Entonces el amor es la máxima posibilidad humana.
–Ahora sí, perfecto, Pedrito.
-¿Y eso lo saben en la Tierra?
-¿Lo sabías tú; te lo enseñaron en el colegio?...
–No.
–Allá están apenas en el tercer peldaño, en el pensamiento; por eso, a quienes piensan mucho les llaman sabios.”

En la no escolarización, la enseñanza no viene de un foco concreto sino que éste surge en el día a día, en cada una de las situaciones en la que nos encontramos. Tanto las preguntas como las respuestas nos las van ofreciendo la vida. En la enseñanza oficial, éstas las ofrece tan solo un profesor y los libros de texto que éste elige, dejando muy poco espacio para la espontaneidad, para la vida real, pues cuando esos niños se vuelven adultos y dejan la escuela, lo más posible es que se encuentren con tropecientas situaciones a las que no sepan hacer frente por falta de recursos de acción, una de las enseñanzas realmente valiosas de la desescolarización consciente.

Lomi, un chico desescolarizado comenta en “Cuadernos de pedagogía Nº 256”: “Al principio, cuando se lo dices a otros chicos no se lo creen, después tienen envidia, pero cuando ya lo saben no hay ningún problema. Ellos tienen más conocimientos de unas cosas y yo de otras, pero no creo que existan muchas diferencias. Aquí en casa damos al día muchas más asignaturas que en el colegio”.

“Aquellos cuya consciencia no está libre de impurezas porque continúan morando en la mente, la cual está sucia, y que se mantienen limpios externamente, han perdido el juego de la vida” Adi Granth- Libro Sagrado de la religión Sikh.